Resumen Exposición Carlos González Vargas,Pontificia Universidad Católica de Chile





Lo que parece una pregunta quizá absurda, no resulta tanto, si acaso sabemos observarla. Como producto de mis estudios, propondré un modo de aproximarse a ella desde su realidad, en su realidad, en su capacidad de objeto portador de símbolos, como todavía suele suceder con las formas artísticas creadas por muchos y muchas mapuches que generan formas desde una más que centenaria tradición. Porque tanto las alfareras, como las tejedoras o los talladores, utilizan signos y símbolos en sus obras, transmitidos de generación en generación, así como los poetas mapuches usan de la metáfora, portadora de sus sentimientos.
Estas afirmaciones proponen un modo de apreciar el Arte Indígena desde dentro de su ser, en lo más relevante de sus formas expresivas, desplazando modos de acercamiento que no respetan al creador indígena y a su pensamiento, especialmente cuando lo creado suele ser calificado sólo como “artesanía”, es decir, en su capacidad de ser objeto funcional, útil, desconociendo el claro hecho que el arte de origen precolombino, y sus modelos de pensamiento, posee un especial don: además de corresponder a modelos funcionales, portan símbolos, relacionados con la cosmovisión del pueblo respectivo. Tal situación suele ser muy frecuente, cuando se trata de estudiar el arte de los indígenas de prácticamente toda América, pues se los suele considerar “menos creadores” que los europeos, clásica salida para valorar a los infravalorados de siempre. Esto implica, para decirlo de manera simple, el no saber que las culturas nativas se caracterizaron por usar de signos de carácter convencional, además de otras clases de signo.
Pero, no intentaré dar una clase de estética, sino de hablar de un hallazgo que hice hace cerca de treinta y cuatro años, lo que publiqué tras una cuidadosa búsqueda de testimonios en los museos del sur de Chile, los cuales me permitieron fotografiar varios cientos de piezas arqueológicas, en un total de poco más de cuatro mil seiscientas fotos de objetos, muchos con detalles, para poder realizar un análisis objetivo de estos. Luego de meses de análisis, y aplicando una metodología ya probada en las colecciones pertenecientes a dos museos, surgió como fruto un libro, que titulé “Simbolismo en la alfarería mapuche”, con un subtítulo que llamó aún más la atención, lo llamé “claves astronómicas”, vinculando los resultados con la cosmovisión mapuche, como es lógico. Ello se debió a una feliz casualidad, la que pude prolongar con la observación sistemática de varios otros objetos, de la misma familia y origen.
Posteriormente, para confirmar las conclusiones extraídas del conjunto de observaciones, a sugerencia de una persona del Museo Nacional de Historia Natural, apliqué los resultados a dos objetos de la cultura diaguita, poseedores del mismo sistema gráfico que las logradas en la cultura mapuche, considerando que los resultados podrían ser semejantes, por pertenecer a dos culturas  que posiblemente tuvieron noticias una de la otra, y no tuve malos resultados. También aprecié que los resultados convergían con los anteriores, proponiendo el empleo de un sistema gráfico común, con una información astronómica también común entre ambas culturas. Como había una pieza  del área del río Aconcagua que manifestaba rasgos semejantes a algunas del área mapuche, cabía la posibilidad de que algo similar ocurriese entre ellos y la cultura situada al norte de ellos.
En síntesis, he contrastado los resultados obtenidos de la observación de piezas mapuches con otras obras, relativamente similares, pertenecientes a culturas situadas al norte de ésta.
Insisto en la valoración de estas obras como creación propia de las culturas citadas, rescatando algo que se puede observar como manifestaciones culturales propias, supuestamente, de otras áreas americanas. Ello conduce hacia una necesaria reflexión: podemos pensar que la cultura mapuche compartió elementos con diversos pueblos de la América precolombina, lo que no parece ser imposible, porque los testimonios son tangibles, están allí. De hecho, ni mayas ni aztecas, u otros grupos étnicos de Mesoamérica sabían de la existencia de manifestaciones iguales a las suyas en Mesopotamia, sin embargo, su pensamiento consiguió similares logros, e, incluso, algunos, de mayor precisión que los del Viejo Mundo, como el descubrimiento del cero, que los árabes introdujeron en Europa. Valiosos aportes al desarrollo del pensamiento humano.

Carlos González Vargas
Pontificia Universidad Católica de Chile

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